Siempre hablo de las tradiciones de la "otra orilla" pero la Navidad nunca la he vivido allí, así que me toca centrarme en los sabores de "aquí"... La Navidad en España supone todo un festín para los golosos y, es que la variedad de delicias dulces es casi, casi infinita. Tengo que reconocer que el dulce que más me gusta de estas fechas es el Roscón de Reyes y, últimamente, me he aficionado también al pannettone, de hecho, tengo pendiente hacer uno, pero eso será en otro momento.
El roscón... hasta hace unos años, siempre lo comprábamos, un año, y van ya seis al menos, me lancé a hacerlo en casa y nunca más lo he vuelto a comprar... El año pasado encontré la receta definitiva, la infalible, la que consigue que la casa se inunde de un fantástico aroma a bollo dulce afrutado, con una miga esponjosa, casi como una nube y, que mojado en una taza de chocolate caliente, supone casi un extasis...
Mi idea hoy, era presentar el Roscón en una bonita bandeja, un trozo para enseñar la miga en un plato en condiciones, pero ha sido imposible... Hasta mi "esposo" que lleva dos años a dieta rigurosa ha "tripitido" e incluso preguntaba por qué sólo se hace este delicioso bollo una vez al año... Me veo haciendo roscón una vez al mes..
La verdad es que está exquisito, con las cantidades que doy en la receta sale un roscón grande, pero normalmente, le quito una parte para que mis peques hagan uno pequeño que le dejan a los reyes y, no dejan ni las migas!!