Por fín he conseguido sacar un rato para escribir, pero sobre todo para cocinar y es que la vida puede dar giros de 180º en cuestión de minutos. Eso es lo que me ha pasado, mi vida ha cambiado, imagino que para mejor, aún no lo sé y ahora no tengo tiempo para nada. Lo peor del asunto es que ya practicamente no me puedo meter en la cocina y eso es lo que más echo de menos.
Con todo y eso, algo voy haciendo, aunque poco. Me encanta comer y además adoro cocinar. Así que ayer saqué algo de tiempo y preparé esta fantástica SPANAKOPITA, denominada así en Grecia, que en Oriente Medio, en vez de tener este formato grande, se suele hacer en pequeñas porciones, más bien en triángulos, aunque de eso ya hablaremos en otra entrada que tengo pensada.
Pues bien, la receta de hoy es un plato fantástico, rápido de hacer, muy resultón y una forma genial de comer espinacas, una verdura que he de confesar que detesto. Sólo la como así, y aún me cuesta. La masa filo, tan dorada y tan crujiente ya te invita a darle un mordisco y el sabor intenso del queso feta, siempre aporta un toque especial...